¿Cómo sabrás que tu proyecto es viable?
Cuando tenemos una idea de negocio o un proyecto nos surgen muchas dudas:
- ¿Habrá quién me compre mi producto o servicio?
- ¿A qué precio?
- ¿Qué inversión tendré que hacer?
- ¿Cómo saber cuáles serán mis ventas?
- ¿Los ingresos serán superiores a los gastos?
- ¿Mi modelo de negocio será sostenible en el tiempo?
- ¿Por qué me van a comprar a mí y no a la competencia
- ¿Qué tengo que hacer para ser visible y que me compren?
- ¿Cómo estar presente en los medios digitales de forma rentable?
- ¿Podré hacer frente a mis pagos a tiempo?
Preguntas y más preguntas que sin duda nos generan incertidumbre y muchas veces inseguridad para llevarnos a la pregunta final:
¿Cómo sabré si mi proyecto es viable?
¿Me tiro o no me tiro a la “piscina” del emprendimiento?
Incertidumbre
Partamos de la base, como ha quedado demostrado en el último año cuando el virus chino nos ha puesto en jaque, que en los negocios la certidumbre no existe, es prácticamente imposible tener todo controlado. Debemos acostumbrarnos a vivir, personal y profesionalmente, en un entorno cada vez más cambiante y volátil.
Decisiones conscientes.
Pese a ello, y a no ser que seas adivino, antes de poner en marcha un proyecto es recomendable realizar un plan de negocio, que suavice la montaña rusa emocional que de por sí conlleva el emprendimiento.
El plan de negocio o business plan nos permitirá tomar decisiones conscientes.
¿Qué es el plan de negocio?
Es un documento con la descripción detallada de lo que se quiere hacer, del por qué se quiere hacer, del cómo se va hacer, del cuándo se va hacer, del análisis económico-financiero y de la valoración del riesgo.
Es nuestra hoja de ruta para iniciar una aventura empresarial con la descripción del producto/servicio, análisis de mercado, plan de producción, plan de marketing, organización y personal, sin olvidar la parte económico-financiera: el plan de inversiones, las necesidades de financiación, la previsión de la cuenta de resultados y la planificación de la tesorería.
Es una herramienta que nos va a permitir por un lado, reflexionar sobre nuestra idea de negocio y analizar su viabilidad comercial y económica, y por otro, poder presentárselo a un tercero (banco, inversor, proveedor, solicitud de subvenciones,…) en caso de necesidad.
Honestidad y coherencia.
Ya sabemos que el papel lo soporta todo. No nos hagamos trampas al solitario. Por eso, el plan debe ser objetivo, realista, coherente y estar en permanente actualización.
Planificar vs. improvisar.
Lo contrario de planificar es improvisar.
Ya de por sí, en el mundo empresarial nos toca tirar de improvisación ante un entorno cada vez más difícil. Si bien hay que estar preparado para la improvisación, no podemos hacer de ello un hábito.
Cambiar de planes es mucho mejor que improvisar. La planificación es necesaria y más si quiero convertir la idea de negocio en un proyecto sostenible.
La piscina del emprendimiento.
Si me quiero tirar a la piscina necesitaré tener en cuenta, si sé nadar, la temperatura del agua, la profundidad, ¿me pongo bañador?,…
Cuando se emprende se está asumiendo una serie de riesgos.
No se puede nadar y guardar la ropa.
Conclusión.
Con un plan de negocio completo y trabajado conoceremos y evaluaremos los riesgos de manera que tomemos decisiones conscientemente.
¿Cómo te quieres tirar a la piscina del emprendimiento?
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Siempre he sido un apasionado del aprendizaje. Desde mi licenciatura en Ciencias Económicas y Empresariales hasta mi certificación como Coach ejecutivo, personal y de equipos, pasando por el Máster en Dirección y Administración de Empresas, todavía hoy sigo formándome. Cuando aprendo enseño y cuando enseño aprendo.
Durante años, he tenido la oportunidad de desempeñar distintos puestos de responsabilidad (marketing, ventas, finanzas, dirección) en diferentes empresas (multinacionales, pymes,…) y sectores (banca, textil, cervecero, seguridad vial, infraestructuras, decoración, logística) sin olvidar mi paso como voluntario en una Fundación.
Todo ello, me ha aportado experiencia en el mundo empresarial y que me ha permitido emprender en mi propio proyecto vital. Si he aprendido algo en la vida es que para crecer personal y profesionalmente hay que salir de tu zona de confort, de tu mundo conocido, hay que arriesgar y enfrentarse a nuevas experiencias y enseñanzas, hay que provocar que ocurran cosas en concordancia a tus objetivos marcados.
Mi bagaje profesional y personal me ha llevado a una verdadera vocación: la formación, la mentorización de emprendedores y el coaching personal, ejecutivo y de equipos. Creo en las personas y las acompaño a descubrir sus recursos. Transmito conocimientos. No invento nada. Pongo pasión en todo lo que hago porque de otra manera no lo haría.
En un mundo marcado por el materialismo y el postureo, me encanta ayudar, invito a la reflexión, al autoconocimiento y a la acción dirigida hacia la consecución de objetivos, tus objetivos. ¿Te podemos ayudar? ¿Te atreves?
Me has convencido! Imprescindible sentarse a reflexionar sobre un nuevo negocio con lápiz y papel delante.
A mi también y creo que a todo el que lo lea con atención 🙂